28/8/11

Tengo miedo de que las cosas cambien. (IV)

                -Tengo miedo.
Carles la aprieta más contra su cuerpo. Ella ríe.
                -No, no de estar aquí, ni de que salga un monstruo del armario.
Ebony toma aire, las lágrimas afloran otra vez. ¿Y ahora qué pasa?
                -Tengo miedo de que las cosas cambien. Y lo están haciendo.
                -¿Qué cambien? ¿El qué está cambiando?
                -Todo, Ce. Todo. Ya te has independizado, como tú querías. Vas a pasar de curso, como tú querías. Pero si ya has conseguido todo esto, que es alucinante, pronto ya no me necesitarás, y yo me quedaré atrás, con mis deseos en el tintero aún…
                -Eb, ¿tus deseos? Esta casa es la que deseábamos los dos. Y no quería decirte nada por si te asustabas, pero a lo mejor querrías venirte aquí conmigo. Cuando tuvieras la edad legal, claro…
                -No es cosa de vivir en un lado o en otro. Pronto te enamorarás, y yo pasaré a un segundo plano…
                -¿Por qué andas pensando siempre en el amor…?
                -Porque sé que no existe.
                -Tonterías. Todo tonterías…
                -No, Carles, no lo son. Tú tienes a todas las tías que quieras en todos los momentos del día. O, ¿no te acuerdas de la niña esa que conseguí que se liara contigo cuando te colaste, en segundo de la ESO?
                -Eso solo son cuelgues… Y además tú también tienes a todos los tíos que quieras... De todas formas, yo necesito algo más que una cara mona para querer dar un paso más. Tener confianza, pasarlo bien, estar feliz cada momento del día… Y hasta ahora solo me ha pasado con una persona.
                -Ah, ¿sí? –dice ella sin entusiasmo.
                -Sí… Se llama Ebony, ¿tú la conoces?
Ella sonríe y se abraza más fuerte a él.
                -Qué tonto eres.
                -¿Y tú que?
                -Yo… Yo no soy tonta –dice ella, evitando el tema.
                -No. Tú. Qué planes tienes.
                -Ninguno. Andar a tu lado hasta que me digas que me aleje…
                -¿Por qué estás siempre tan pendiente de mi? No merezco tanto la pena…
                -Eso no lo decides tú.
                -Nadie se enamoraría de un tipo como yo. No tengo mal físico, pero te acabas cansando de mí.
                -Y tú qué sabrás. Yo…
                -Tú estás aguantando más de lo que pensaba.
                -No. No es eso…
                -Dime, entonces –apremia él, mientras acaricia su hombro. Un a y otra vez.
                -No. No. Nada…
                -No. Dime.
Ella se queda en silencio mientras él espera. Pero la conoce lo suficiente como para saber que no va a soltar prenda.
                -Tengo una sorpresa.
                -¿Una sorpresa?
                -Sí, pensé en ti y en lo que te gustaría si lo tuviera aquí, así que…
Ambos están tumbados hacia arriba.
Carles, con un movimiento rápido y ágil, coge un pequeño mando, pulsa un botón y en cuestión de segundos, el espectáculo comienza.
Ebony abre mucho los ojos y mira continuamente a su amigo.
                -¡El techo se abre! –grita escandalosamente.
Carles se carcajea.
                -Sshhh.
                -Oh, Dios, esto es increíble…-dice ahora, con un tono de voz más tenue y bajo
                -Tú eres increíble. Y esto es para ti. Para que veas que las cosas no van a cambiar si tu no quieres, y para que lo disfrutes cuando quieras.
Ebony está emocionada.
Antes, casi le suelta a su mejor amigo que ella, la reina que farda de no creer en el amor, ha caído en su propia trampa, y se ha colgado demasiado fuerte por él.
Da palmas mientras el techo sigue corriéndose hacia un lado. Y allí está, el cielo. Abriéndose como un abanico mientras las chica aplaude entusiasmada, emocionada y feliz.
Carles, tumbado a su lado, disfruta mirando la sonrisa de su mejor amiga. Ebony, que, qué haría él sin ese brillo en los ojos, sin esa chispa en la sonrisa…

No hay comentarios: