24/8/11

Quédate a dormir... (III)

                -Hola, soy Carles.
                -Ya lo sé –dice ella sin girarse hacia él.
Se sienta en la mesa contigua y continúa.
                -Ah, ¿sí?
                -Todo el mundo lo sabe, no te hagas el sorprendido.
Él ríe.
                -Pues yo no sé tu nombre.
                -Normal, no te lo he dicho.
Carles sonríe. Sólo se está haciendo la dura, piensa.
Se queda en silencio a ver si contesta, pero la clase ha empezado.
“Eres muy guapa, sabes?” Escribe en una esquina de papel que acaba de arrancar del final del cuaderno.
“…” Es la única respuesta que recibe de ella.
“Y además cuando me han oído decir que me sentarían contigo, me han dicho que eres muy maja. Y no quiero poner a mis amigos en duda…”
Ella sonríe.
“Ah, pero tu tienes de eso?” Y pasa la nota.
                -A ver, vosotros dos. Dadme ese papelito.
Ella, avergonzada le entrega el papel al profesor y mira con odio al tal Carles. Se acabó, definitivamente, no va a ser un año fácil.
Carles se tira toda la clase mirándola con insistencia, sonriendo. En algún momento le dirigirá la palabra…
                -EBONY.
Dice por fin ella, antes de levantarse, coger su mochila y dirigirse a la siguiente clase.


Carles acaricia la cara de su amiga, y, sorprendido, recoge una lágrima de ésta.
Se han sentado en el sofá, en silencio y con la única iluminación de una luna llena, pero llena a rebosar. Él en el lado derecho y echa recostada sobre él, son los pies hacia el izquierdo.


                -¿Qué te pasa? –dice alarmado.
                -Na... na… nad… d… da –dice, intentando calmar su respiración.
                -Cariño… -dice Carles mientras la hace incorporarse y coge su cara entre sus manos.
Ella le mira a los ojos, durante segundos, muchos, incluso minutos. Y le abraza. Más fuerte que nunca.
                -Quédate a dormir, entre mi ropa se coló el pijama que dejaste en casa la última vez.
Se han tirado una hora abrazados en el sofá sin decir nada, sin moverse.
La planta de arriba es solo la mitad de la de abajo, desde allí se ve la cocina y la entrada, todo imitando ladrillos.


Ebony mira al techo intentando que no salgan las lágrimas otra vez. Qué extraño, la mitad del techo, por la parte que coincide con la segunda planta, es como de un material translúcido, la otra mitad de cemento… Piensa.
Ambos se cambian, y se sientan en la cama cuando dan las tres de la mañana.
Carles se echa hacia atrás, cierra los ojos y se tumba. Ebony, coge la almohada y le da, sin fuerza alguna, a su amigo en la cabeza.
Después, la deja en su sitio y apoya su cabeza en el pecho de él.
Carles la rodea con los brazos.
Ambos se quedan en silencio. Le pasa a menudo, cuando están felices juntos, ninguno de los dos piensa que sea necesario interrumpir el silencio solo por que no sea incómodo. Para ellos nunca lo es.

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